Meritxell Estebanell Minguell
Josefina Ferrés Font
Depertament de Pedagogia
Facultat de Ciències de l'Educació
Universitat de Girona
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Probablemente coincidiríamos en que éste nivel de progreso modifica notablemente el modo de ejercer las funciones específicas de cada uno de estos colectivos profesionales. Sin embargo, la esencia de las funciones de cada uno de ellos sigue siendo la propia de su perfil profesional. La finalidad de un arquitecto sigue siendo el diseño y planificación de la construcción de edificios, la finalidad de un médico suministrar la mejor terapia posible a sus pacientes,... En este sentido, [[questiondown]]por qué como consecuencia de la aparición de las Nuevas Tecnologias en algunas profesiones se habla de la necesidad de un nuevo perfil profesional? Centrándonos en el campo educativo, [[questiondown]]qué nos hace pensar que sea necesario un nuevo perfil de maestro?
Si consideramos que el perfil de cualquier profesional se define a partir de las funciones específicas de su ámbito y el entorno socio-cultural en las que las deba desarrollar; podemos pensar que el perfil profesional de un maestro es el de formador de personas, de manera que contribuya a convertirlas en miembros activos y responsables de la sociedad en la que viven. El maestro tiene, en consecuencia, la función de preparar a las personas para que siendo distintas entre sí sean capaces de aceptar a los demás, a sí mismos y que puedan desarrollarse satisfactoriamente en una realidad social en constante evolución.
En la actualidad, en mayor medida que en otros momentos de la historia, la información llega por innumerables canales y no únicamente a través de quienes tenemos a nuestro alrededor. Si la invención de la imprenta permitió que el saber de la época llegase a un número mayor de personas y se pudiera difundir con relativa facilidad, el gran número de ingenios tecnológicos existentes en la actualidad permiten que la información que se genera en cualquier parte del mundo se pueda enviar rápidamente a cualquier lugar del planeta. Los canales de información están abiertos a todos. Los grandes medios de comunicación de masas no tienen públicos restringidos, las noticias pueden llegar de igual manera a niños que a adultos. Todos recibimos a diario un bombardeo de información que abarca campos tan distintos y diversos como pueden ser la realidad político-social de cada momento, los avances científicos, las noticias económico-financieras, las novedades culturales y lúdicas ... etc. Estamos inmersos en lo que se ha dado por llamar sociedad de la información y de la comunicación.
Las atribuciones de la escuela, y con ella las de los profesionales de la educación, se multiplican constantemente y adquieren un papel social, a nuestro entender, cada vez más importante y de mayor responsabilidad. En este sentido, los maestros de finales del siglo XX, deben abordar un mayor número de tareas y tener una actitud abierta y atenta al enorme volumen de acontecimientos y de información que se genera a su alrededor.
Tradicionalmente el maestro ha tenido en sus manos "la información" que ha configurado "el saber" en cada momento histórico y social y una de sus misiones ha sido traspasar este saber a su alumnado. En los últimos tiempos, y de acuerdo con las nuevas teorías psico-pedagógicas sobre el aprendizaje, el maestro se ha convertido en alguien que pone, o debería poner, al alcance de sus alumnos los elementos y herramientas necesarias para que ellos mismos vayan construyendo su conocimiento, participando de forma activa en su propio proceso de aprendizaje.
La aparición y auge de las Nuevas Tecnologias de la Información y de la Comunicación, ha contribuido a aumentar y facilitar el acceso e intercambio de la información; y como en cada periodo de la historia en el cual se ha producido un cambio o "revolución" en el modo de acceder al conocimiento, las personas que lo viven experimentan un proceso de acomodación pertinente a las necesidades del momento. Lógicamente los responsables de la educación se encuentran implicados directamente en este proceso de cambio. Tal como afirma el profesor F. Sáez Vacas, "lo que más tarda en cambiar es la mente". Desde nuestra perspectiva, nunca fue más acertada esta afirmación que en los tiempos actuales, los cambios tecnológicos se producen a grandes velocidades y la capacidad de adaptación de nuestra mente posiblemente no sea capaz de producirse a la misma velocidad. Sin embargo, ello no significa que nosotros debamos cambiar en esencia, ni que nuestras funciones como docentes vayan a cambiar, sino que debemos hacer un esfuerzo para adaptarnos y, al mismo tiempo adaptar nuestro modo de ejercer la principal función que tenemos encomendada: la formación de los alumnos.
En este sentido no abogamos por un perfil de maestro distinto, que deba cambiar como consecuencia de la aparición de las Nuevas Tecnologías, sino por aquel que conscientemente dedica todos sus esfuerzos a perfeccionar y actualizar constantemente sus técnicas docentes, el enfoque metodológico de las sesiones de trabajo con sus alumnos, en un proceso constante de investigación y evaluación de su propia práctica pedagógica.
Por lo tanto, abogaríamos por un perfil de maestro que con una actitud atenta y responsable, analiza todas las posibilidades que el medio que tiene a su alrededor le brinda, para poder hacer más atractivo, adecuado y exitoso el proceso de aprendizaje de los alumnos con los que trabaja. Un maestro que tiene una actitud constante de revisión, de formación en la práctica; un maestro que pueda ayudar a sus alumnos a "aprender a aprender", en una sociedad cambiante y en constante evolución.
Desde el punto de vista de la innovación educativa la integración de las Nuevas Tecnologías en la escuela está generando grandes expectativas. Como consecuencia de ello, y tal como avanzábamos en la primera parte de nuestro documento, en algunos ámbitos incluso se oye hablar de la necesidad de un nuevo perfil de profesorado. En muchos casos el temor a "ese cambio necesario e inevitable" esta obstaculizando el proceso de adaptación gradual y paulatino que para ser efectivo debe asumirse con tranquilidad y sin temores ni complejos. Si los maestros se sienten implicados en un proyecto interesante e innovador, fruto de un proceso interiorizado y sin imposición externa, las garantias de éxito pueden ser elevadas.
Ciertamente, los nuevos recursos ponen en nuestras manos algunas posibilidades de trabajo tan atractivas, y potencialmente innovadoras, que incluso se puede pensar en desarrollar actividades que sin su existencia habría sido imposible programar. Pero creemos firmemente que estas nuevas herramientas por sí solas, no pueden suponer ningun cambio trascendental para la educación. Es el maestro quien, como siempre, puede provocar un proceso innovador en las aulas. Ayudado, evidentemente, por estos y muchos otros recursos, pero en definitiva el proceso de cambio está en sus manos.
Si entendemos que aprender, tal como refleja C. Coll [1] -a partir de una concepción piagetina del aprendizaje-, implica un proceso de observación, asociación y asimilación de los procesos y conceptos con los que el individuo entra en contacto; estamos aceptando que para que llegue a conocer, a aprender, será necesario que pueda actuar sobre el objeto de conocimiento, intentando transformarlo, para poder captar los mecanismos de la propia transformación en vinculación con las acciones transformadoras mismas. Así, según el propio Piaget [2] , "conocer es asimilar lo real a estructuras de transformaciones, que son las estructuras que elabora la inteligencia como prolongación directa de la acción". También según él [3] , "la inteligencia consiste en ejecutar y en coordinar acciones, pero en una forma interiorizada y reflexiva".
Puesto que compartimos plenamente esta interpretación del proceso de aprendizaje, creemos que el filtro de selección que debe aplicar el maestro al elegir sus propuestas de actuación didáctica deben contemplar primordialmente el hecho de que permitan una actuación personal sobre el propio elemento de conocimiento, permitiendo, en la medida de las posibilidades del propio objeto, establecer hipótesis y dar paso a una fase de experimentación-contraste de hipótesis personal. Es en esta línea en la que se debe intentar canalizar, al máximo, experiencias a través de los más variados recursos, en todos aquellos que nos permitan captar el máximo interés del alumno e implicarle en un proceso de interacción permanente.
La ayuda pedagógica, reservada especialmente al maestro, tal como expone Coll [4] , consiste esencialmente en crear condiciones adecuadas para que los esquemas de conocimiento que el alumno activa ante una nueva situación de aprendizaje se orienten en una determinada dirección, la dirección que indican las intenciones u objetivos educativos. Tal como él mismo nos recuerda, las condiciones óptimas para que se produzcan determinados aprendizajes no lo son en términos absolutos, sino en función de las características de los alumnos a los que se dirigen. Ello conlleva la necesidad de una individualización del aprendizaje, ajustando el tipo de ayuda pedagógica a las características y necesidades de los alumnos.
En definitiva, estamos pidiendo al maestro que haga recaer su decisión en aquellos "métodos" o "metodologías" que le permitan diseñar un programa adaptado a las habilidades y capacidades mentales de sus alumnos, para que cada uno pueda alcanzar el máximo desarrollo de sus potencialidades.
Esa metodología debe basarse en la actividad entendida como relación del individuo, en nuestro caso el alumno, con su entorno. Únicamente a partir de esa interacción de las personas con su entorno social, natural y cultural se pueden desarrollar estructuras cognitivas superiores que permitan intervenir sobre el mismo medio. Para llevar a cabo esa actividad se utilizan unos determinados instrumentos, unos recursos o medios que como tales simbolizan la realidad.
Por otra parte, no podemos olvidar que el individuo necesita encontrar canales de expresión, que le permitan exteriorizar, plasmar sus ideas, impresiones y sentimientos. En este sentido también debemos proporcionar a los alumnos la mayor variedad posible de medios de expresión.
Todo ello nos lleva a analizar el tipo de instrumentos que el maestro pondrá a disposición de sus alumnos para llevar a cabo las actividades de aprendizaje diseñadas a través de las cuales poder llegar a alcanzar los objetivos previstos. La elección de los medios estará en función de la metodología adoptada, el valor que pueden tener los recursos radica precisamente en la manera como se integran en la práctica didáctica.
Tal como decíamos, las Nuevas Tecnologías ofrecen un nuevo medio de comunicación y expresión que modifica considerablemente el acceso a la información, el modo de tratarla y comunicarla. A diferencia de otros medios simbólicos nos pueden presentar la realidad utilizando a la vez símbolos de distintos tipos, algunos tan parecidos a la realidad que pueden llegar incluso a simularla: imágenes animadas, sonido, ... existiendo además una interacción a través de ese mismo sistema de símbolos que puede permitir al usuario tener un elevado nivel de actividad.
El nuevo lenguaje que utilizan estas tecnologías resulta fácilmente comprensible para nuestro alumnado, puesto que cada día aumenta su presencia en la vida cotidiana e incluso forma parte de algunas actividades de ocio. Su utilización en la escuela debe obedecer a una sintonía social, disminuyendo así la tradicional distancia entre la realidad dentro y fuera de la escuela, compartiendo símbolos, medios y recursos.
Estos recursos tienen la capacidad de reproducir en tiempo real un proceso "natural" o "abstracto" y manipular los parámetros que intervienen en los propios procesos. Ello permite experimentar de forma artificial sobre algunos fenómenos de la vida real. Así el campo de la experimentación, tan importante en los procesos de aprendizaje, toma dimensiones de gran valor didáctico.
En este contexto, la figura del maestro se podría definir como la de un animador, capaz de crear y poner al niño ante situaciones muy diversas, que le provoquen una reflexión y un debate interno, que fomenten una actitud constante de investigación que le hagan progresar al máximo en el desarrollo de sus potencialidades individuales a través de un trabajo colaborativo y solidario.
Si las Nuevas Tecnologias se llegan a integrar con naturalidad en las aulas, ayudando a conseguir los fines educativos hasta ahora analizados, creemos que se estará produciendo un verdadero porceso innovador, un cambio cualitativamente positivo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, una verdadera adaptación de los recursos a las necesidades de la sociedad actual.
En definitiva, creemos que el mundo actual requiere un profesional de la Educación que conozca bien sus responsabilidades, entre las que figuran, en primer lugar, detectar las posibilidades y características de sus alumnos, conocer las metas fijadas por la Administración para su nivel educativo, y en consecuencia intentar encontrar la mejor vía que permita a cada uno de sus alumnos, con sus características específicas, alcanzar al máximo las metas educativas marcadas.
Como consecuencia estamos definiendo un perfil general de maestro, no específico para el campo de la Nuevas Tecnologias, que, conocedor de sus competencias, actua de forma responsable. Resulta indiscutible que para poder aplicar los métodos más adecuados a la necesidades específicas de cada individuo, debe tener un grado de conocimiento lo más profundo posible de todos aquellos recursos didácticos que se puedan poner a su servicio; entre ellos se encuentran, por supuesto, todos los que provienen del campo de las Nuevas Tecnologias de la Información y de la Comunicación.
En definitiva, nos gustaría poder pensar que todos queremos conseguir que los futuros ciudadanos reciban la formación suficiente para poder conocer, comprender y expresar todo aquello que les atrae del mundo que les rodea empleando cualquier tipo de recurso que la sociedad le ofrezca, una sociedad tecnológica que para algunos adultos aún queda un poco alejada, pero que forma parte habitual del contexto natural del niño de hoy.
[1]Coll, C. (1987): Psicología y Currículum. Cuadernos de Pedagogía, Ed. Laia. Barcelona. Pg. 118.
[2] Piaget, J. (1970): Educación e instrucción. Ed. Proteo. Buenos Aires, Argentina. Pg. 35.
[3] Idem, pg.36.
[4] Coll, C. (1987): Psicología y Currículum. Cuadernos de Pedagogía, Ed. Laia. Barcelona. Pg. 118.
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