EL PAPEL DE LOS PROFESIONALES DE LA FORMACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y LA INFORMACIÓN
Lydia Cebrián Carrión y Raúl Rando González.
INTRODUCCIÓN.
Quizás una de las más primitivas y arraigadas necesidades del ser humano sea la de poder comunicarse con sus semejantes; este proceso, que pudiera parecer a priori algo sencillo, no está exento de dificultades y se encuentra condicionado por numerosos factores y circunstancias de todo tipo que hacen del proceso comunicativo uno de los más complejos de abordar en su estudio y/o análisis.
A lo largo de la Historia, el proceso comunicativo ha ido evolucionando de manera casi vertiginosa; en apenas unos pocos cientos de años se ha pasado de la lectura y escritura como único medio para comunicarse con un receptor que no estuviera presente en el mismo sitio que el emisor, al uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, las cuales permiten que podamos ver desde nuestra propia casa algo que está sucediendo en el otro lado del mundo en ese mismo instante o que podamos comunicarnos instantáneamente con otra persona a miles de kilómetros como si estuviera a nuestro lado, (por ejemplo, a través de una video-conferencia o a través de correo electrónico). Se está pasando de la cultura de la palabra hablada y escrita a una cultura de la imagen. Por tanto, nos encontramos en un momento histórico en el que las barreras de tiempo y espacio con respecto a la comunicación están desapareciendo muy rápidamente; obviamente, la formación también se ve sometida a esta serie de cambios, unos cambios que no sólo afectan a los procesos comunicativos, sino que constituyen uno de los aspectos más importantes de nuestra sociedad actual, y que están transformando profundamente los propios cimientos sobre los que se asienta nuestra vida cotidiana, como son el trabajo, la educación, la integración en la sociedad, etc.
Son muchos los autores como (Ferrés, 1988) que afirman que la influencia de estas nuevas tecnologías en nuestra vida es tal, que simplemente su aparición y uso produce alteraciones en las formas de pensar y expresarnos, en las pautas de percepción y en la proporción de los sentidos, y pone como ejemplo ilustrativo el hecho de que la aparición y uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información está provocando que estemos pasando de ser más racionales para volvernos mucho más intuitivos y pragmáticos. Otros autores se pronuncian en esta misma línea, como Masterman (1996), afirma que los medios llegan incluso a señalarnos lo que es importante y lo que no lo es, mediante lo que hacen notar y lo que ignoran, lo que amplían y lo que silencian u omiten.
Algo que nos puede ser de gran utilidad para entender mejor y de manera más global esta serie de cambios que caracterizan a nuestra sociedad actual es el analizar cómo han ido modificando sustancialmente los elementos claves en todo proceso comunicativo; esto es: emisor, receptor, canal, código y mensaje.
Quizás el cambio más evidente sea el que se refiere al canal: ahora resulta mucho más accesible que se pueda establecer una comunicación de manera instantánea entre dos personas que se encuentran a gran distancia (valgan como ejemplos el correo electrónico y la vídeo-conferencia, ya citados anteriormente). No menos importante es la evolución experimentada por el emisor y el receptor; si bien es cierto que hace ya bastante tiempo que es posible que un mismo emisor pueda hacer llegar el mismo mensaje a muchos más receptores, las nuevas tecnologías de la comunicación y la información permiten algo muy importante y que hasta hace poco resultaba imposible: que se produzca una interacción entre el emisor, los receptores y el medio utilizado.
Pero quizás el cambio más importante que está teniendo lugar es el que se refiere al código que tanto el emisor como los receptores deben dominar para que el mensaje pueda emitirse y recibirse con plenas garantías; no se trata sólo de conocer y utilizar, por ejemplo, un mismo código lingüístico, sino también de que tanto el emisor como los receptores sepan utilizar los recursos a través de los cuales ese mensaje codificado se transmitirá. Por tanto, nos encontramos en momento histórico en el que la formación tiene como una de sus funciones más importantes la de capacitar a los individuos para que conozcan y sepan utilizar estos nuevos códigos. En esta línea se expresaba (Ferrés, 1988) cuando hacía referencia a que lo audiovisual no es una cuestión de medios, sino de lenguaje; es decir, no se trata tanto de los medios audiovisuales que se utilicen, sino de saber expresarse audiovisualmente de manera adecuada, ya que los medios pueden potenciar y actuar como vehículos al servicio de una forma de expresión específica, pero el lenguaje no debe reducirse a los medios, (Arroyo Almaraz,1999) la atención a los medios además de variar con la edad influye en la generación de imágenes mentales, esto es la puerta de acceso a la comprensión de los mensajes. De ahí la necesidad de una formación previa adecuada en estos nuevos lenguajes que capacite al individuo para una correcta utilización y aprovechamiento de los nuevos medios de los que dispone.
2. INFLUENCIA DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y LA INFORMACIÓN EN NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL.
En el momento histórico en el que nos encontramos, es muy fácil reconocer a simple vista las múltiples posibilidades que ofrecen los llamados medios de comunicación de masas en el campo de la educación y la formación, no sólo como meros elementos transmisores, sino también como instrumentos que tienden a legitimar la cultura que transmiten y los valores de nuestra sociedad (De Pablos, 1986). Podemos comprobar cómo hoy día ya no basta con saber leer y escribir para que una persona pueda estar completamente integrada en la sociedad, y esto constituye una de las manifestaciones más importantes de la influencia que las nuevas tecnologías de la comunicación y la información están teniendo en nuestra vida cotidiana.
En términos más concretos, diversos estudios realizados durante los últimos años han puesto de manifiesto que la capacidad de penetración social de los medios de masas es algo totalmente incuestionable; concretamente, ya en el año 1974, un estudio de A. De Miguel para la Revista Española de Opinión Pública (en Ferrés, 1988), ponía de manifiesto que el 80% de la información asimilada por los adolescentes españoles de 12 a 15 años le llegaba a través de los medios de comunicación de masas y de la interacción social; razón suficientemente poderosa por sí misma para intentar, aprovechando la capacidad de estos medios para poder llegar a un elevado número de receptores, ponerlos al servicio de la formación y de la educación en general (De Pablos, 1986).
Toda esta serie de cambios que hemos revisado están dando como resultado una nueva realidad no sólo referida a la comunicación o a los medios de los que disponemos, sino a la sociedad global y a nuestro modo de vida en general. El avance y la aparición continua de nuevos medios de comunicación y la aplicación a éstos, de tecnologías cada vez más avanzadas está provocando que aparezcan fenómenos como la educación a distancia, el teletrabajo o el aula virtual, que están generando, al mismo tiempo, nuevos modelos de formación, a los cuales deben saber adaptarse los profesionales que se dedican a ello. Esto, que pudiera parecer a priori una tarea sencilla, entraña grandes dificultades que vienen dada por distintos factores, entre los que destacan la resistencia que tradicionalmente los profesionales de la formación y la educación oponen ante cualquier cambio o innovación, las carencias formativas de éstos en aspectos como el conocimiento y uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, etc.
A veces puede parecernos que el uso de estas nuevas tecnologías es un privilegio reservado a sólo unos cuantos, pero poco a poco estamos asistiendo a un proceso de generalización del uso de estos nuevos medios al servicio del hombre, y por tanto, también al servicio de su educación y su formación; ya hoy día podemos hablar con toda naturalidad de, por ejemplo, un "aula virtual", en la que el contacto entre los profesores y a los alumnos se establece únicamente a través del ordenador, como es el caso de la que se encuentra en la Universidad de Málaga. Del mismo modo, existen otras experiencias pioneras en nuestro país que van por esta línea de aprovechar las posibilidades de estos nuevos medios en la formación: cursos semipresenciales con tutorización "on line" a través de correo electrónico, actividades de teletrabajo e incluso actividades formativas que se desarrollan exclusivamente a través de Internet.
3. REPERCUSIONES EN EL DESARROLLO PROFESIONAL DE LOS PROFESIONALES DE LA FORMACIÓN.
El cambio que ha supuesto para los profesionales de la formación la aparición de estas nuevas tecnologías y su incorporación al campo de la educación y la formación se ha dejado sentir especialmente en la manera en que estos profesionales han visto profundamente modificada su actividad laboral cotidiana. Podemos ver, por ejemplo, cómo son muchos los formadores y educadores que han modificado su modo de enseñar sustituyendo poco a poco la pizarra como apoyo a su labor transmisora por el retroproyector o las diapositivas, y éste, aunque pueda parecer un cambio superficial, supone un gran avance en lo que al uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se refiere.
Aún más significativo resulta el cambio que está suponiendo el uso de los ordenadores y de las autopistas de la información como Internet, no sólo por las numerosas posibilidades que ofrecen, sino también por las nuevas competencias que tanto el formador como sus alumnos deben poseer para su uso adecuado. El ordenador no se limita a transmitir información (tal y como hacían otros medios como el vídeo y la televisión), sino que se trata de un medio que posibilita, y ésta es una de sus mayores ventajas, la interacción entre el alumno, el profesor y el propio ordenador.
La incorporación de estas nuevas tecnologías de la comunicación y la información supone un verdadero desafío, ya que favorecen que se pase de un modelo formativo en el que el conocimiento se transmitía casi de manera unidireccional a otros más flexibles y abiertos, en los que la información es mucho más accesible y tiende a ser compartida por distintas personas, independientemente del lugar físico en el que se encuentren. Esto hace que a la hora de plantearse los procesos de enseñanza-aprendizaje, los profesionales de la formación deban ser capaces de desarrollar modos de enseñanza no jerárquicos, a través de una metodología que fomente la reflexión y el pensamiento crítico, algo fundamental si se pretende hacer un uso adecuado y racional de estos medios.
Evidentemente, este nuevo modelo formativo no sólo es algo que se vaya a aplicar sobre las generaciones venideras, sino que se trata ya hoy día de una realidad que está modificando profundamente todo lo relativo a la formación y especialmente al papel que el profesional de la formación está llamado a desempeñar. Esta nueva realidad obedece a una serie de cambios que superan lo meramente educativo, y que impregnan completamente todo lo que se refiere a nuestro contexto socio-laboral actual (Marcelo, 1992). La formación es un bien en alza y cada día resulta más fácil reconocerla como uno de los instrumentos más valiosos en el desarrollo profesional de los trabajadores, lo cual justifica sobradamente que gran parte de los esfuerzos se dirijan a que el conocimiento y uso de las nuevas tecnologías sea algo generalizado en nuestra sociedad, algo a lo que los profesionales de la formación no pueden ni deben permanecer ajenos.
Especialmente importante resulta todo lo relacionado con el desarrollo profesional de los profesionales de la formación; si partimos de la idea de que una de las características del profesional es la adquisición y aplicación de un conocimiento específico y, por lo tanto, un compromiso permanente en su actualización (de Miguel, 1996), queda suficientemente justificada la importancia de procesos como el reciclaje profesional y la formación continua, especialmente cuando se trata de algo que está calando tan profundamente no sólo en lo relativo a los procesos formativos y educativos, sino prácticamente en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana.
En este contexto, la colaboración entre los profesionales de la formación aparece como uno de los instrumentos más importantes de los que éstos disponen para su desarrollo profesional, ya que a través de ella los distintos profesionales pueden compartir el conocimiento derivado de su desarrollo profesional, así como llevar a cabo una reflexión, planificación, diseño y evaluación de su práctica que les sirva para mejorarla.
4. LOS NUEVOS MODELOS FORMATIVOS Y EL PAPEL DEL FORMADOR
Son muchos los autores que se muestran cautelosos a la hora de hablar de las posibilidades reales de las nuevas tecnologías en la formación y educación de las personas y advierten de los peligros que puede entrañar una mala utilización de las mismas (Aparici, 1996); sin embargo, es indudable que se trata de una valiosa manera de optimizar los recursos existentes y de llegar a muchas más personas, ya que de este modo no resulta imprescindible que el alumno se encuentre presente físicamente en la misma habitación que la persona que actúa como educador. Es decir, este avance está posibilitando que aparezca lo que podríamos llamar "educación a la carta", en la que cada persona puede elegir el contenido, el ritmo, el contexto y el momento más adecuado para su aprendizaje y para sus necesidades, características personales, las materias en las que quiere mejorar su conocimiento,... etc.
Del mismo modo, la proliferación y el avance continuo de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información está provocando que se produzca un fenómeno fácilmente contrastable: poco a poco, se están reduciendo tanto el costo mínimo para su utilización y mantenimiento como las dificultades que entraña dicho uso. Es decir, hace tan sólo veinte años resultaba muy complicado acceder a un ordenador, no ya solamente por el precio tan elevado que suponía, sino también porque había muy pocas personas capaces de manejarlo y de sacarle partido en su trabajo. Poco a poco, esta realidad ha ido cambiando, y hoy día, debido a que el uso de estas nuevas tecnologías como el ordenador se está generalizando, podemos adquirir una de estas máquinas a un precio mucho menor y con muchas más prestaciones; esto es, se está produciendo una mayor economización de los recursos: el procesamiento y almacenamiento de la información se ha convertido en un proceso mucho más rápido y económico (por ejemplo, en un solo CD podemos almacenar la información escrita contenida en todos los tomos de una gran enciclopedia, además de imágenes, animaciones, aplicaciones, etc.), lo cual ahorra mucho tiempo y esfuerzo, etc.
Tal y como estamos viendo, la incorporación de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información están suponiendo un verdadero desafío para los profesionales de la formación, ya que en muchos casos éstos se ven obligados a modificar profundamente el modo en que desarrollan su labor profesional, y pasar de un modelo formativo tradicional, en el que el conocimiento se transmite casi de manera unidireccional a otros más flexibles y abiertos, en los que se procure que el acceso a la información sea mucho más fácil y en el que se tenga en cuenta que la información tiende a ser compartida por distintas personas, independientemente del lugar físico en el que se encuentran. Esto hace que a la hora de plantearse los procesos de enseñanza-aprendizaje, los profesionales de la formación deban ser capaces de desarrollar modos de enseñanza no jerárquicos, a través de una metodología que fomente la reflexión y el pensamiento crítico, y en la que se haga una verdadera integración de estas nuevas tecnologías de la comunicación y la información en los procesos formativos.
5. RETOS Y DIFICULTADES PARA EL FORMADOR. NECESIDADES FORMATIVAS
Las sociedades cambian, algunas veces más rápidamente y otras de manera más gradual, pero ninguna sociedad puede escapar a esa evolución; se trata de adaptarse a las nuevas circunstancias, a los cambios, y la formación no puede escapar a esa realidad innegable. Son muchos los autores que durante estos últimos años han escrito y hablado sobradamente acerca de las enormes posibilidades educativas de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información y de la necesidad de que éstas se incorporen de manera destacada al campo de la formación, algo en lo que prácticamente parece estar todo el mundo de acuerdo hoy día, pero que constituye un verdadero reto para los profesionales encargados de llevarlo a la práctica.
Es precisamente ahí, en tratar de hacer cada vez más fácil y accesible el uso generalizado de estos nuevos medios, donde reside una de las funciones más importantes que en este momento histórico la educación y los profesionales de la formación están llamados a desempeñar. En otras épocas, la integración del individuo en la sociedad en la que se desarrollaba pasaba casi exclusivamente por aprender algunas destrezas básicas como la lectura y la escritura, y no se le exigía mucho más a alguien que pretendiese estar plenamente integrado en su comunidad. Hoy día esta realidad ha cambiado bastante; ya no basta con saber leer y escribir, se exigen otras muchas y nuevas competencias, conocimientos y destrezas, y alguien debe ser capaz de enseñárselas, ante lo cual nos encontramos con que los primeros que actualmente necesitan una formación adecuada en lo que respecta al conocimiento y uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información son los propios profesionales de la formación.
En esta línea se muestran autores como Ferrés (1988), para el que no existe en nuestro país una formación específica, sistemática y generalizada de los profesionales de la formación para el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, lo cual provoca así mismo que en muchas ocasiones se lleve a cabo una infrautilización de los medios de los que se dispone. Se trataría pues, de un problema más amplio, el cual podríamos identificar con una falta de adaptación a una nueva cultura, a una nueva manera de pensar, de formarse y de comunicarse caracterizado por la presencia de estos nuevos medios. Detrás de esta actitud de los profesionales de la formación lo que se puede encontrar es un viejo problema que perdura a través del tiempo: el miedo al cambio, miedo que se acentúa aún más si cabe cuando lo que debe empezar a utilizarse son unos nuevos medios tecnológicos, desconocidos para muchos profesionales que se ven de alguna manera "obligados" a tener que familiarizarse con ellos ante las demandas sociales, tarea en la que no suelen estar debidamente formados y que les provoca una gran inseguridad adicional, al no saber integrar de manera adecuada su labor profesional diaria con una utilización adecuada y racional de estos medios.
Tal y como hemos mencionado anteriormente, quizás uno de los retos más importantes con los que se encuentran ahora los profesionales de la formación es el enseñar a sus alumnos a hacer un uso adecuado, racional y crítico de estos nuevos medios, tarea para la cual lo primero que debe cumplirse es que los propios profesionales encargados de ello sepan hacer un uso adecuado, algo que no siempre se cumple y por lo que resulta necesario que sean previa y debidamente formados.
A estas dificultades podemos añadir aquellas otras de naturaleza meramente física y organizativa, como es el poder contar con los recursos materiales y humanos necesarios para que el profesional de la formación pueda desarrollar su trabajo con garantías, algo que no siempre suele cumplirse y que supone un obstáculo insalvable en algunas ocasiones.
6. ANÁLISIS PROSPECTIVO Y PROPUESTAS DE ACCIÓN
Podemos decir sin miedo a equivocarnos que desde la sociedad en general se le va a dar cada vez más importancia al aprendizaje adulto y a una formación permanente que capacite al individuo para saber adaptarse a las nuevas necesidades personales y sociales (Marcelo, 1992), tarea en la que las nuevas tecnologías de la comunicación y la información constituyen un importante elemento de apoyo, algo que queda claramente de manifiesto en el diseño y desarrollo de diversas actividades formativas a través de las que se intentan potenciar tanto la iniciativa personal en el aprendizaje como la cooperación y el aprender de otros.
En esta nueva situación, parece claro que los profesionales de la formación no podemos ni debemos limitarnos a ser meros espectadores de toda esta serie de profundos cambios que caracterizan a esta época actual (Cabero, 1989). Debemos esforzarnos por intentar, en la medida de lo posible, "tomar las riendas" de estas evoluciones y dirigir los esfuerzos a poner al servicio de nuestra labor profesional todas estas nuevas tecnologías, instrumentos y medios.
Ahora más que nunca, procesos de formación continua, formación ocupacional y de reciclaje profesional resultan fundamentales, sobre todo dadas las enormes posibilidades educativas que estas nuevas tecnologías ofrecen y las demandas que desde los sectores educativo y laboral y desde la sociedad en general se están haciendo. Pero si bien prácticamente todo el mundo puede estar de acuerdo en la importancia de estos procesos formativos de reciclaje, no es algo que siempre se acompañe del apoyo necesario para que los profesionales de la formación puedan abordar estos procesos sin que ello perjudique a su ritmo de trabajo; para ello, sería muy conveniente establecer tiempos formales en los que los profesionales de la formación se pudiesen dedicar a formarse sin que ello repercuta negativamente en su trabajo y sin que para ello tengan que sacrificar su tiempo libre, a través de estrategias útiles como la colaboración y la planificación, evaluación y reflexión conjunta sobre su práctica profesional. (Ojeda Rúa, M. y Dapía Conde, M.D. 1999).
A modo de conclusión podemos afirmar que no habrá profesionales de la formación debidamente cualificados para formar en el empleo de estas nuevas tecnologías si ellos mismos no son previamente formados en el uso de las mismas, por lo que resulta fundamental que se lleven a cabo las acciones formativas necesarias para ello.
BIBLIOGRAFÍA
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EL PAPEL DE LOS PROFESIONALES DE LA FORMACIÓN ANTE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y LA INFORMACIÓN
DATOS DEL AUTOR/ES: Lydia Cebrián Carrión (Diplomada en Magisterio y Lcda. en CC de la Educación por la Universidad de Sevilla. Profesora adjunta en E.U. Cardenal Spínola, centro adscrito a la Universidad de Sevilla. Ctra. Utrera Km.1. (Antigua Universidad Laboral). Sevilla) y Raúl Rando González (Lcdo. en CC de la Educación por la Universidad de Sevilla. Técnico especialista en Logopedia por la Universidad Politécnica de Madrid. Colaborador Honorario en el Dpto. de Didáctica y Org. Escolar y MIDE de la Universidad de Sevilla. Facultad CC de la Educación, Avda. San Fco. Javier s/n , Sevilla).
RESUMEN: Hacemos una revisión teórica y práctica del papel de los profesionales de la formación, ante las nuevas tecnologías en la comunicación y la información en la sociedad actual, y las repercusiones que tienen en su desarrollo profesional. Ahondamos en los nuevos modelos formativos y en el papel que deben desempeñar, así como en los retos y dificultades , así como las necesidades formativas que tienen ante dicha innovación. Desde aquí hacemos un análisis prospectivo y proponemos para la formación de estos profesionales ante las nuevas tecnologías, un modelo de colaboración para la formación basado en la reflexión.
DESCRIPTORES: Profesional de la formación, desarrollo profesional, nuevas tecnologías, colaboración.
ABSTRACT: We make a theoretical revision and practice of the paper of the professionals of the formation, before the new technologies in the communication and the information in the current society, and the repercussions that have in their professional development. We deepen in the new formative models and in the paper that you/they should carry out, as well as in the challenges and difficulties, as well as the formative necessities that have before this innovation. From here we make a prospective analysis and we propose for the formation of these professionals before the new technologies, a model of collaboration for the formation based on the reflection.
DESCRIPTORS: Professional of the formation, development professional, new technologies, collaboration.
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